Muchos de vosotros me preguntáis qué criterios seguimos para seleccionar a nuestras familias de acogida, y mi respuesta es siempre la misma: tras comprobar una serie de normas básicas, como pueden ser los antecedentes penales del núcleo familiar, el trabajo de los padres, la seguridad de la casa, la habitabilidad del hogar y las condiciones de limpieza, nos centramos en que las personas que la componen “sean buenas personas”.

Con esta expresión me refiero a personas que siempre actúan con la verdad por delante, que saben ponerse en lugar del otro, que perdonan los errores ajenos y que respetan la libertad del individuo. Las buenas personas son personas optimistas, que olvidan las equivocaciones pasadas y miran el futuro con esperanza. Son personas tolerantes, que viven cada día sin añorar lo que no tienen, y que dan gracias por lo que sí tienen. En definitiva, ser buena persona es una cualidad universal que todos conocemos en nuestros idiomas, y que se puede resumir en actuar haciendo el bien.

Para nosotros, las familias de acogida son un punto clave del programa, ya que será aquí donde el estudiante forje los primeros lazos con el inglés y su cultura. Por ello, nuestra selección de familias no es meramente materialista, el valor humano prima ante todo. Si el estudiante se encuentra querido, respetado y apoyado, podrá expresarse con libertad, tomar sus propias decisiones y aceptar las que le impongan la familia para mantener una buena convivencia.

Nuestra mayor satisfacción es ver la complicidad que se genera entre la familia de acogida, el estudiante y la familia española. En todas partes del mundo hay “buenas personas”, unirlos es nuestra labor.